Hoy caí en la cuenta que ya van casi tres meses de tu ausencia. Tres meses de muchos cambios; cosas buenas y malas, pero más que otra cosa de madurar. Y es que madurar es lo que nos hace enfrentar cada reto de la mejor manera, dar lo mejor de uno mismo en el momento en que se presenta y sobre todo aprender a vivir y disfrutar (o asumir) lo que nos pasa.
Eh pasado
días encerrada en mi mundo; me encerré porque necesitaba llorar, sufrir,
desesperarme; pero más que nada sentir. Pero, ¿sentir qué?, llevo años
sintiendo dudas y miedos, así que no puedo decir que no sentía, claro que
sentía, pero era tanto el miedo, que casi no le dejaba espacio a los demás
sentimientos; es como si solo existiera una pequeña puerta, pero había un
filtro imaginario que solo dejaba entrar a los de siempre, los demás sentimientos
se quedaban afuera, haciendo cola, siempre rondando pero nunca ingresaban.
Llegué a un
punto donde los consejos, los hubiera, los culpables o las lágrimas salían
sobrando, o como se dice comúnmente, toque fondo. Y bueno, ¿qué sigue luego de
estar en lo más profundo del pozo? Pues buscar las formas de salir; siendo como
soy y estando tan acostumbrada a esconder mis debilidades, empecé con lo
obvio, llámese eliminarte de todo lo que pudiera hacer que me comunicara
contigo en un momento de debilidad, dejar de preguntar por ti al único amigo en
común, que al final no tiene la culpa de todas mis niñerías, pero bien que ha aguantado
ataques de tristeza, de rabietas y de soledad…(si algún día lees esto,
infinitas gracias!!!), prohibirle a mis amigos preguntar por ti (porque cada
que lo hacen solo me jalan hacia el pasado, y el triste circulo de recaída se
repite), guardar peluches, cartas, contratos y todo recuerdo físico en un lugar
al que no puedo acceder fácilmente (no te preocupes, adoro demasiado mis
peluches para hacerles daño o botarlos), pero sobre todo ACEPTAR.
Y si, ACEPTAR,
así con letras mayúsculas; y es que necesito aceptar, reconciliar y crecer.
Aceptar que te perdí y nuestra historia no tiene segunda parte (aunque en
realidad sería algo así como la cuarta), aceptar que ahora tengo una vida en la
que ya no estás tú, tus abrazos, o tu respaldo a mis locuras… Y aunque aceptar
fue muy muy difícil, lo que viene después tampoco es que sea sencillo, y es que
una parte de mí siempre quiere culparse, quiere regresar al pasado y
abofetearse a sí misma, pero bueno, tenemos aún mucho camino para seguir
trabajando en reconciliar, en dejar de pensar en los hubiera y en los infinitos
mundos alternos donde estamos juntos y todo es diferente. Dejar de culparme no
será fácil, pero cada día me levanto con más voluntad de hacerlo, y aunque la mayoría
de días no lo logro, hay algunos días en que todo va bien e incluso puedo sonreír.
Crecer sin embargo será la peor parte; crecer implica volver al mundo, volver a
confiar en la gente, volver a soñar, volver a ilusionarme, volver abrir mis sentimientos
a una nueva persona, en resumen, demostrar que aprendí la lección y que ya no
me escondo detrás de todas mis capas de miedos y dudas… y bueno, eso algo que
aún no sé cómo haré, pero supongo que por el momento el un paso a la vez retumbando
en mi cabeza es suficiente.
Este post es
mi forma de hacer catarsis, de cerrar etapas; y si bien es verdad no eh llorado
al escribirlo, la melancolía es algo que aún me acompaña cada que pienso en ti,
o algo me hace recordarte. El tiempo pasará y cuando menos lo recordemos las
heridas sanarán y podremos tomar una copa como antes, brindando por los logros
del otro, por nuestra felicidad, por las cosas buenas y malas de la semana o
solo por el puro gusto de encontrarnos. Espero con todo mi corazón que así sea,
y que si bien es verdad el tiempo no le tiene pena a nada ni a nadie, la
amistad que alguna vez tuvimos sea más fuerte que todo esto…incluso que el
propio tiempo.
"I believe you can't appreciate real love until you've been burned"
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