miércoles, 26 de julio de 2017

El tiempo no hace amigos


Hoy caí en la cuenta que ya van casi tres meses de tu ausencia. Tres meses de muchos cambios; cosas buenas y malas, pero más que otra cosa de madurar. Y es que madurar es lo que nos hace enfrentar cada reto de la mejor manera, dar lo mejor de uno mismo en el momento en que se presenta y sobre todo aprender a vivir y disfrutar (o asumir) lo que nos pasa.

Eh pasado días encerrada en mi mundo; me encerré porque necesitaba llorar, sufrir, desesperarme; pero más que nada sentir. Pero, ¿sentir qué?, llevo años sintiendo dudas y miedos, así que no puedo decir que no sentía, claro que sentía, pero era tanto el miedo, que casi no le dejaba espacio a los demás sentimientos; es como si solo existiera una pequeña puerta, pero había un filtro imaginario que solo dejaba entrar a los de siempre, los demás sentimientos se quedaban afuera, haciendo cola, siempre rondando pero nunca ingresaban.

Llegué a un punto donde los consejos, los hubiera, los culpables o las lágrimas salían sobrando, o como se dice comúnmente, toque fondo. Y bueno, ¿qué sigue luego de estar en lo más profundo del pozo? Pues buscar las formas de salir; siendo como soy y estando tan acostumbrada a esconder mis debilidades, empecé con lo obvio, llámese eliminarte de todo lo que pudiera hacer que me comunicara contigo en un momento de debilidad, dejar de preguntar por ti al único amigo en común, que al final no tiene la culpa de todas mis niñerías, pero bien que ha aguantado ataques de tristeza, de rabietas y de soledad…(si algún día lees esto, infinitas gracias!!!), prohibirle a mis amigos preguntar por ti (porque cada que lo hacen solo me jalan hacia el pasado, y el triste circulo de recaída se repite), guardar peluches, cartas, contratos y todo recuerdo físico en un lugar al que no puedo acceder fácilmente (no te preocupes, adoro demasiado mis peluches para hacerles daño o botarlos), pero sobre todo ACEPTAR.

Y si, ACEPTAR, así con letras mayúsculas; y es que necesito aceptar, reconciliar y crecer. Aceptar que te perdí y nuestra historia no tiene segunda parte (aunque en realidad sería algo así como la cuarta), aceptar que ahora tengo una vida en la que ya no estás tú, tus abrazos, o tu respaldo a mis locuras… Y aunque aceptar fue muy muy difícil, lo que viene después tampoco es que sea sencillo, y es que una parte de mí siempre quiere culparse, quiere regresar al pasado y abofetearse a sí misma, pero bueno, tenemos aún mucho camino para seguir trabajando en reconciliar, en dejar de pensar en los hubiera y en los infinitos mundos alternos donde estamos juntos y todo es diferente. Dejar de culparme no será fácil, pero cada día me levanto con más voluntad de hacerlo, y aunque la mayoría de días no lo logro, hay algunos días en que todo va bien e incluso puedo sonreír. Crecer sin embargo será la peor parte; crecer implica volver al mundo, volver a confiar en la gente, volver a soñar, volver a ilusionarme, volver abrir mis sentimientos a una nueva persona, en resumen, demostrar que aprendí la lección y que ya no me escondo detrás de todas mis capas de miedos y dudas… y bueno, eso algo que aún no sé cómo haré, pero supongo que por el momento el un paso a la vez retumbando en mi cabeza es suficiente.

Este post es mi forma de hacer catarsis, de cerrar etapas; y si bien es verdad no eh llorado al escribirlo, la melancolía es algo que aún me acompaña cada que pienso en ti, o algo me hace recordarte. El tiempo pasará y cuando menos lo recordemos las heridas sanarán y podremos tomar una copa como antes, brindando por los logros del otro, por nuestra felicidad, por las cosas buenas y malas de la semana o solo por el puro gusto de encontrarnos. Espero con todo mi corazón que así sea, y que si bien es verdad el tiempo no le tiene pena a nada ni a nadie, la amistad que alguna vez tuvimos sea más fuerte que todo esto…incluso que el propio tiempo.

"I believe you can't appreciate real love until you've been burned"


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